14 marzo, 2023

Cristóbal Ascencio: «si investigamos y aprendemos a usar la tecnología, empieza a cobrar sentido»

Cristóbal Ascencio es el ganador de la novena edición del festival con su proyecto Las flores mueren dos veces que es imagen del festival en esta décima edición. Su proyecto aúna en una reflexión sobre la vida y la muerte y las relaciones humanas. Lo más actual en cuanto a fotografía y entornos virtuales se conjuga junto al trabajo sobre su propio archivo familiar. La historia de una reconciliación con su pasado, con su propia historia y memoria se torna universal al materializarse en una serie de imágenes con una doble vertiente tan interesante como bien ejecutada desde la sensibilidad más delicada. Mexicano afincado en Madrid, Cristóbal estudió una Licenciatura en Medios audiovisuales y publicidad por la CAAV de Jalisco y un Master en fotografía contemporánea y gestión de proyectos en la Escuela EFTI (2022). Comentamos con él aspectos de la vida y la fotografía para conocer mejor su manera de hacer.


Tu proyecto Las flores mueren dos veces articula tu propia historia y tu archivo familiar introduciendo la fotografía de entornos virtuales. ¿Cómo surge esta idea de recrear y crear? ¿Cómo conociste Art Photo Bcn? ¿Cuál era el objetivo que te habías planteado?

-Desde que conocí la historia de la muerte de mi padre supe que quería hacer algun tipo de proyecto para expresar lo que estaba pensando en esos momentos. Me tomó un par de años estructurar de qué forma podía hacerlo y otro par más en encontrar la manera de empezar. Sabía que quería trabajar con el archivo, pero quería hacerlo a mi manera. En general fue un proceso de experimentación bastante libre en el que iba haciendo pruebas y pruebas, hasta que empecé a tener resultados interesantes y de ahí seguí probando dejándome llevar por mi propia intuición. Desde el inicio tenía claro que lo importante para mí era contar la historia de mi padre y poner sobre la mesa un tema que suele ser tabú, el suicidio. Conocí Art Photo Bcn por un buen amigo que estuvo en una edición anterior, River Claure.


Parece que trabajas con dos extremos opuestos del concepto fotográfico, el álbum familiar y la realidad virtual. Realidad y ficción. ¿Hacia qué extremo se decanta tu proyecto? ¿Cómo mantienes a raya la impostura de la realidad virtual y la recreación para dotarlo de un significado tan arraigado y personal?

-Es interesante el carácter que se le da al archivo como realidad. Creo que todas las imágenes son al final una representación, así que en ese sentido mi trabajo con el álbum familiar y las fotogrametrías de las plantas que mi padre sembró sirven para representar conceptos y estructurar una línea de pensamiento. No creo que la condición digital de las imágenes influya en si son “verdaderas” o no. Creo que el lograr entender estas nuevas tecnologías da la oportunidad de utilizarlas como herramientas para expandir el discurso fotográfico de una manera honesta y así la forma se convierte en contenido.

Al mismo tiempo encontramos una fiel reflexión botánica, un estudio minucioso del entorno natural que enraizan con la realidad física. ¿Es el tuyo un estudio científico de las emociones o un emocional viaje de la memoria? ¿En qué punto se universaliza tu proyecto? ¿Cuál es el objetivo en ambas líneas de trabajo?

Creo que el proyecto va más por una reflexión sobre la naturaleza inestable de la memoria y por cómo podemos seguir desarrollando una relación con una persona que ya no está. Al final, ambas líneas de trabajo buscan darle respuesta a la carta que escribió mi padre antes de morir.


Para mostrarlo en los visionados te hacías con unas gafas de realidad virtual que le daban una intimidad a la experiencia muy acorde con el proyecto en sí. Es una necesidad técnica indispensable? ¿Cómo lo planteas formalmente en sala? ¿Has pensado en otros dispositivos para darle forma a la experiencia de tu proyecto?

-La experiencia en realidad virtual es así porque me interesa crear una experiencia inmersiva, y creo que al día de hoy hay pocas herramientas más inmersivas que la realidad virtual. Al momento de ser mostrado en sala, cada experiencia es única, ya que cada usuario elige como pasear y por cuánto tiempo en el jardín, esto hace que la experiencia sea totalmente personal. Aparte de la realidad virtual, he estado haciendo pruebas con proyecciones y hologramas para que el jardín salga de esa experiencia personal y pueda ir un poco más hacia lo colectivo.

En la novena edición de Art Photo Bcn te llevaste el premio por votación de todos los visionadores ¿Te esperabas esta repercusión del proyecto? ¿Qué significa para ti ganar Art Photo Bcn? ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando oíste tú nombre?

-Fue una muy grata sorpresa. Siempre que me presento a un festival, voy con la intención de aprender y compartir sin esperar nada más, recibir el premio ha sido muy gratificante y escuchar los comentarios de las compañerxs y visionadorxs fue increíble. Creo que el proyecto puede conectar de una manera honesta con mucha gente y eso es lo que más disfruto. Después de escuchar mi nombre, lo primero que pensé fue que quería seguir trabajando en el proyecto y hacerlo crecer.


El tuyo es un proyecto íntimo y personal sobre la memoria y las relaciones familiares. ¿Cómo te decidiste a darle forma y difusión? ¿Qué te aporta el archivo que crees que se perdería si te decidieras por suprimir esta parte? ¿Cuáles son tus principales referentes estéticos y conceptuales? ¿Cómo crees que se verá el proyecto como imagen de difusión de la décima edición del festival?

-Al trabajar en el proyecto, me di cuenta que era como una colaboración directa con mi papá, y que el trabajo de alguna forma hizo revivir la relación que tenía con él: el volver a esos lugares, el tener conversaciones con la gente que tiene esas plantas. Es el modo cómo se siguió desarrollando esta relación que se supone que debería de haber terminado cuando él murió. Desde el inicio tuve claro que quería compartir el proceso y empezar a generar reflexiones con otras personas. Durante el proyecto he tenido a dos referentes muy presentes en todo momento, uno es el libro “I remember” de Joe Brainard y el segundo es la película “Uncle Boonmee who can recall his past lives” de Apichatpong Weerasethakul. Me emociona poder explorar el carácter instalativo del proyecto en una sala, he tenido la oportunidad de mostrarlo en distintos festivales y la experiencia siempre ha sido positiva, así que estoy muy emocionado por volver a Barcelona y compartir otra vez.


Tu proyecto plantea diversas capas de lectura, desde la historia personal a la estética perfecta de las imágenes. ¿Qué le dirías a quien se quede en una sola de estas dos esferas?

-Creo que las nuevas tecnologías suelen ser muy vistosas, por lo que uno tiende a fijarse únicamente en el resultado final, sin tomar en cuenta lo que hay detrás. Todos los procesos que se tienen que llevar a cabo para llegar a esa imagen cobran protagonismo. Pero si investigamos y aprendemos a usar la tecnología, empieza a cobrar sentido. Al final, técnicas como el Pixel Sorting, realidad virtual o la fotogrametría son solo herramientas a la hora de hacer imágenes. Si el uso de esa herramienta está justificado, entonces todo tiene sentido.


¿Qué consejo le darías a quien quiera mover su proyecto por el circuito de festivales? ¿Qué vida le ves al proyecto más allá de la repercusión actual? ¿En qué te encuentras actualmente?

-Creo que los festivales son un punto de encuentro y el objetivo principal debe ser compartir, así que en ese sentido, creo que si alguien quiere ir al circuito de festivales tiene que ser generoso y honesto. Teniendo esto en cuenta, la experiencia seguramente será buena. El proyecto al día de hoy sigue en proceso, estoy trabajando con nuevas imágenes y generando nuevos jardines, me gustaría seguir explorando estas formas de comunicación con mi padre y ver hacia dónde me llevan. Estoy preparando una exhibición más extensa con todo el proyecto y el proceso del mismo, espero tener algo listo pronto y poder compartirlo.


Para acabar la pregunta obligatoria. ¿Qué debe tener una imagen para conmoverte?

-Para conmoverme una imagen tiene que ser honesta.