Negra Mosca es una nueva iniciativa dentro del circuito de espacios culturales de la ciudad condal. Una iniciativa que surge entre tres personas activas y activadoras de por sí del circuito fotográfico como son Marta Sellarés, Romina Aguilera y Sara Sanz. Tres creadoras de imagen que han traspasado hacia el otro lado, el de la gestión proponiendo un espacio en el corazón de Gracia con mucha alma queriendo revertir en el barrio un aire renovado de actividades y encuentro, de experimentación y presencialidad de la imagen para apartarnos un poco de las pantallas y compartir.
Se incorporan en Art Photo Bcn como talleristas de un interesante encuentro más allá de lo didáctico. En la sesión «Prácticas de desapego» nos proponen repensar la autoría y partir de lo compartido para activar los procesos creativos, algo que liga a la perfección con su creación y objetivos de este nuevo proyecto que abrió sus puertas en un Sant Jordi complicado y lluvioso que no les aguó la fiesta del todo.
Comentamos con ellas su trayectoria y cómo han llegado a este punto del camino de manera valiente y positiva en un momento especialmente peculiar. ¿Qué es concretamente Negra Mosca? ¿Cómo surge la idea inicial? Las tres formáis parte del circuito fotográfico de la ciudad y conocéis bien la oferta existente, ¿apostáis por la colectividad y presencialidad en un momento de individualismos extremos y virtualidad?
Negra Mosca es un espacio y a la vez es un colectivo, es un taller compartido y al mismo tiempo una propuesta cultural y educativa, somos tres personas pero también es una comunidad dilatada de gente con intereses comunes. Nace de una vivencia en un espacio, que desde la distancia reconocemos como embrión del proyecto. Las tres frecuentamos el laboratorio de fotografía analógica de la facultad de Bellas Artes de la UB, espacio que aparentemente solo existía para poder ofrecer herramientas y aprendizajes técnicos pero que permitía el encuentro dentro de una institución con pocos espacios de conexión. También compartimos la idea de que desde los procesos analógicos redescubrimos la fotografía; experimentando sus tiempos, su limitación, su misterio, su imperfección y su azar. Llegó el final de la etapa universitaria, nos graduamos y rápidamente echamos en falta ese espacio, por lo que nació el deseo de construir algo similar fuera de los perímetros formativos. Pasaron años antes de que se formalizara en lo que hemos construido estos últimos meses, faltaban recursos, valentía, y las circunstancias vitales no nos permitían apostar por ello. Puede que la experiencia de la pandemia aumentara la sensación de falta y la urgencia de hacer realidad esa idea.
Aunque nuestra pulsión fotográfica nació en Bellas Artes, conocemos y nos hemos formado en algunas de las escuelas de fotografía de la ciudad, conocemos las propuestas culturales de Barcelona y alrededores, también a nivel nacional; festivales, ferias, espacios expositivos y galerías que trabajan con fotografía. No somos nada de esto y a la vez lo somos un poco todo.
No hemos encontrado mucha información online pero sí una presencia remarcable en redes sociales. ¿Va a ser este vuestro principal vehículo comunicativo? ¿Cómo podremos informarnos y seguir vuestra actividad? En esta breve trayectoria hemos visto presentaciones de libros, talleres, charlas… ¿Cómo convive esta experiencia más social con la necesidad íntima del proceso creativo de vuestros trabajos? ¿Es la gestión tan creativa como la propia creación de proyectos fotográficos? ¿En qué punto viene Negra Mosca a repensar los espacios de encuentro más habituales como son las grandes instituciones?
Por ahora sí, hasta la fecha, Instagram y el boca a boca han sido nuestra principal vía de comunicación. Nos gustaría poder optar por otras, sería bonito enviar postales con la programación! Estamos trabajando diferentes vías de difusión, ¡está por ver! Pero tenemos ganas de que los eventos se extiendan a un público más amplio, llegando a trascender los circuitos puramente fotográficos.
Nos empezamos a cuestionar la necesidad de darnos tiempo y espacio para habitar Negra Mosca, materializar partes del proyecto que todavía no hemos podido mostrar y cuidar. Si encontramos ese lugar cómodo donde compartir, enriquecerá de igual manera nuestro proceso creativo individual como la gestión de eventos, talleres y encuentros.
No pretendemos repensar o cambiar cosas que no están a nuestro alcance, lo que hemos ido haciendo es fruto de mucho deseo por materializar lo que nos hace vibrar. Hemos participado en estructuras de gestión educativas, sociales y culturales que no nos han facilitado activar nuestros deseos, incertidumbres y posicionamientos vitales, esa imposibilidad nos ha dado impulso.
Negra Mosca es un espacio donde se puede hablar de proyectos pero también de procesos, de las certezas y las dudas, en paralelo a los espacios y circuitos oficiales. Nos alejamos de lo individual, del premio, de la convocatoria, de la competitividad para ofrecer este espacio que nos permite poner palabra a la imagen e imagen a la palabra y encontrarnos sin muchas más metas que la de compartir ideas y emociones, pensar en colectivo, establecer vínculos donde la imagen actúa como vehículo.
Acabáis de empezar pero la idea ya venía de lejos. ¿Qué cosas han quedado en el tintero de ese proyecto inicial? ¿Hacia dónde van vuestros objetivos a largo plazo? ¿Dónde os veis dentro de 10 años como proyecto? El taller que nos proponéis para Art Photo Bcn concuerda con las intenciones de Negra Mosca y además se realiza con la presencia de las tres. Qué destacarías de este taller para animar a la participación? ¿Qué experiencia se van a llevar? ¿Cómo tenéis pensadas las dinámicas de trabajo en esas intensas tres horas? ¿Es la autoría individual un proceso a expandirse a través de estas iniciativas más lúdicas y colaborativas?
¡Muchas cosas! Tenemos la voluntad de seguir generando propuestas en torno a lo artístico, lo comunitario y lo educativo. Por ejemplo, tenemos muchas ganas de empezar a construir puentes con los centros educativos de la ciudad y el área metropolitana. No somos capaces de vernos a largo plazo, pero sabemos que estamos haciendo lo que queremos hacer dentro de nuestras posibilidades y nos sentimos muy afortunadas.
En relación al taller, creemos que refleja muy bien las ideas que intentamos transmitir con Negra Mosca. Lo planteamos como un encuentro en el que sacudir las ideas a través de compartir, jugar y perderle miedo a experimentar con los procesos personales. Creemos que a través de dinámicas colectivas la autoría individual se ve inevitablemente enriquecida. Hay un gran beneficio en compartir sin reservas y ver cómo los demás pueden ayudarnos a desatascar frustraciones, expandir ideas y profundizar con diferentes puntos de vista.
Para acabar la pregunta que hacemos siempre como colofón y que nos ayuda a conocer vuestra vinculación a la fotografía como espectadoras y creadoras. ¿Qué tiene que tener una imagen para que os emocione?
M- Una imagen me emociona cuando me interroga, me enseña y me oculta algo al mismo tiempo. Me hace replantearme la realidad que me muestra y dispara mi imaginación en búsqueda de posibles significados.
R- Me interpela sentir el compromiso vital de la persona que fotografía esa imagen. Su presencia. Cuando de manera intangible reconoces tanto de su atmósfera en lo que propone, es algo que me emociona.
S- Siento que una imagen me mueve algo cuando el ejercicio de ponerle palabras no llega a satisfacerme como la representación en sí, y es que el lenguaje y la imagen son representaciones que aunque se sitúan al mismo lado del espejo solo se rozan. Siempre hay una grieta para lo inexplicable o lo innombrable cuando se activa la emoción.