¿Qué significa para ti ganar Art Photo Bcn? ¿Qué fue lo primero que pensaste cuando oíste tú nombre?
Ganar Art Photo Bcn junto con el Premio Copias Wall Award supone una guinda muy especial para un 2020 bastante fructífero en el recorrido de la serie Where Fireflies Unfold. Estoy encantado de haber recibido una valoración tan positiva por parte del jurado y más teniendo en cuenta el nivel tan alto de los demás trabajos seleccionados en los visionados.
Sin duda lo primero que me vino a la cabeza tras recibir la noticia en la ceremonia de entrega de premios fue dar sentido al trabajo de varios años. Cómo el esfuerzo invertido en el desarrollo de la serie y la forma de llevarlo a cabo han merecido la pena.
El Festival lo conozco desde su primera edición y desde entonces he ido visitando las sucesivas ediciones con cierta regularidad, tanto en su formato de feria como asistiendo a algunos de sus talleres para continuar aprendiendo. Considero que es un referente consolidado en el circuito de los festivales nacionales de fotografía y es por todo ello que me hizo especial ilusión ganar Art Photo Bcn.
Esta ha sido una edición anómala. Los constantes cambios de fechas y el final paso al formato online de los Visionados. ¿Cómo lo habéis llevado los fotógrafos? ¿Ha sido beneficioso ese cambio de formato? ¿Cómo lo has vivido?
Teniendo en cuenta las vicisitudes de la situación actual que han propiciado los diferentes cambios de fechas es de agradecer que Art Photo Bcn haya apostado desde el principio por llevar adelante esta edición a pesar de una situación nada favorable. Todo reto va asociado a las circunstancias del momento y rara vez se da la perfección. Por tanto había que adaptarse a cualquier escenario posible.
Es obvio que la limitación de la movilidad ha restringido la asistencia y ha dado al traste con algunas de las intenciones iniciales por parte del Festival como por ejemplo la sesión que nos permitía a los fotógrafos poder mostrar el trabajo a algunas galerías nacionales e internacionales en paralelo a los visionados.
Respecto al formato online propiamente dicho. Personalmente, una de las cosas que menos me suelen gustar es tener que entrar en la disección de mis fotografías más allá de los matices globales. Siempre he defendido la capacidad innata de las fotografías de hablar por sí solas y como éstas dialogan con cada espectador de manera independiente.
A mi parecer este formato tiene una ventaja y es que los miembros del jurado ya han recibido previamente tu dossier y han leído el texto asociado a la serie. Por tanto no necesitas necesariamente ir mostrando las fotos. Ese tiempo que ya no se pierde en hacer un pasa fotos manual en directo, lo puedes gestionar para expresar tu posicionamiento creativo o hablar de tu trabajo desde diferentes puntos de vista.
Háblanos de la adaptación del proyecto a la plataforma online. ¿Cómo lo has pensado? ¿Has adaptado al espacio como lo harías en una muestra real? ¿Qué opinas del desarrollo virtual de muestras para fotografía? ¿Habías tenido experiencia previa?
Para la plataforma online de Art Photo Bcn adapté quince imágenes al espacio virtual, todas con el mismo tamaño, a modo de catálogo visual. En cambio en una exposición física con un mayor número de fotografías jugaría con tres tipos de dimensiones para potenciar el ritmo narrativo que propone la serie.
Es la primera vez que utilizo una herramienta de este tipo y me ha parecido muy interesante la facilidad con que la se puede generar un boceto de exposición. Una herramienta que estoy seguro sería del agrado de muchos artistas para poder previsualizar sus muestras.
El tuyo es un proyecto que surge de la propia experiencia y de una revisitación de los orígenes en el mundo rural. ¿De dónde surge la idea inicial del proyecto? ¿Cómo te has organizado en el momento de trabajar fotográficamente?
Deleitosa es el pueblo de mis padres, abuelos y demás antepasados y a su vez posee un interesante background histórico ya que fue el pueblo que eligió Eugene Smith para realizar su magnifico ensayo fotográfico “Spanish Village” publicado en la revista americana Life el 9 de abril de 1951.
Desde hace varios años flotaba en mi cabeza la idea de que en algún momento debía de intentar llevar a cabo un proyecto fotográfico sobre mi pueblo. El reto personal de acometer una nueva visión del lugar lejos de los referentes visuales del pasado.
Recuerdo el día que tomé, a modo de activación de la serie, unas primeras fotos diurnas con las que no me identificaba como fotógrafo. Tras varias dudas iniciales sobre como abordarlo me ubiqué de nuevo en algunas de mis claves fotográficas. Entre ellas la tendencia a la nocturnidad en mis imágenes.
Debido a que vivo y trabajo en Barcelona debo aprovechar las estancias allí. Así que durante tres años he dedicado todas ellas a desarrollar el proyecto. Semana Santa es más corto y obliga a afinar más. La ventaja es que anochece antes y se puede empezar a tomar fotos ya entrada la tarde. Y como es obvio hace mucha mejor temperatura. En los meses de verano tengo más tiempo y procuro generar el doble de imágenes pero el crepúsculo se retrasa y por norma tengo que trasnochar más o madrugar mucho para realizar alguna foto que requiere del primer instante de luz del amanecer cuando la noche aún no ha perdido su reinado.
He recorrido la mayoría de las calles, espacios y alrededores del pueblo una y otra vez durante estos periodos. He observado con minuciosidad los rincones privados del entorno familiar. La primera apariencia que te da un lugar recurrente suele configurarse por las cosas que te gusta mirar y cada vez que vuelves a ese emplazamiento certificas que sigue vigente ese aspecto, forma u objeto que te atrae. Hay que desechar esta apariencia perceptible para indagar tras su pátina de ritual de lo habitual. Debajo de ella emerge lo inusual, lo que no está señalado.
Necesito activar una especie de obsesión. Un estado mental que me aísle y me permita desplegar una hipersensibilidad que me lleva a visualizar escenas que a primera vista pasan desapercibidas. Recuerdo una vez que, tumbado en la cama mientras descansaba, alcé la vista y me fijé en unas sombras proyectadas por la bombilla. Debía haber mirado cientos de veces al techo pero hasta ese preciso momento no pude apreciar el valor de aquellas líneas visuales que me conectaban a sombras remotas de antiguos techos de habitaciones perdidas en la memoria.
La fotografía siempre me da lecciones aplicables a la vida. Hay espacios por los que he pasado varias noches seguidas sin que me llamasen mucho la atención y de repente una pequeña luz encendida en la pared lateral de una casa lo cambia todo y ahí aparece una buena imagen. A veces donde ya no esperas nada la rutina puede girar y darte una nueva oportunidad.
Al ser un pueblo pequeño los cambios estéticos son escasos. Algunos elementos que aparecen en las fotografías son de existencia efímera o hay lugares que transcurridos un tiempo ya no son accesibles para tomar determinada imagen. Entonces me alegro de haber tenido la suerte de apreciar aquellos espacios o situaciones en el momento adecuado. Por tanto otra enseñanza del proceso fotográfico es agradecer. Lo cual no significa que me lo aplique a menudo.
Alterno situaciones controladas junto con otras que se me evidencian a veces de manera inesperada. En medio hay gran variedad de posibilidades de interactuar. Desde previsualizar posibles escenas sobre las tomas previas hasta revisar algunas imágenes realizadas con la cámara o con el móvil que por lo general son solo notas visuales de lugares o situaciones que parecen llamadas a ser olvidadas. Algunas de estas imágenes pasan por un período de duda hasta que se asientan en un lugar de aprobación y aceptación. Transcurridos unos días evolucionan en mi mente y finalmente regreso para registrarlas de la mejor manera posible y acabar formando parte de la serie.
Retratas el paisaje exterior e interior de una forma introspectiva y oscura. Háblanos del título, ¿de dónde surge?, ¿te sientes cómodo con él?
La fotografía nos conecta alma y visión y en ese intervalo se define la mirada. Es la proyección de mi mente a través de la cámara la que me permite plegar esa hoja escrita que se supone que es la realidad y de la cual subrayo sólo aquellas líneas que me interesan, o literalmente desordeno. Las cambio el tiempo y el verbo para de esta manera poder generar un nuevo relato. Exploro mi identidad en los lugares donde he vivido y me proyecto en ellos tratando de encontrar respuestas.
No entiendo la realidad. Nunca la he entendido. Mi ubicación ante la realidad siempre ha sido una especie de deambulación alrededor de ella sin saber exactamente en que momento entraba y salía de su núcleo. Mi mirada parte de dentro a modo de imagen mental y se proyecta hacia afuera como una imagen fotográfica con el filtro personal de mi manera de percibir el exterior.
En esta serie planteo una narración que nace de lo emocional en la cual mis paisajes exteriores e interiores se fundamentan en lo extraño, lo inquietante. El crepúsculo y la noche me procuran ese matiz onírico y poético. Instantes donde la realidad se difumina y da paso a nuevas posibilidades visuales que cabalgan entre lo tangible y lo intangible. Y es, en la frontera invisible que separa realidad y ficción, donde se ubica mi producción.
Uno de los recuerdos de mi infancia en el pueblo, que durante la ejecución del proyecto me venía con más frecuencia, fue el de un anochecer en verano en el que caminaba con mi abuelo por las cercanías del pueblo. Al pasar junto a unas ramas me fascinó ver por primera vez el espectáculo de luces parpadeantes de un grupo de luciérnagas que se encontraban al abrigo de la humedad de una arroyo.
Transcurrido un año del comienzo de la serie decidí que era el momento de ponerle título. Tras varios descartes este recuerdo me inspiró el título: Where Fireflies Unfold (Donde se despliegan las luciérnagas). Creo que aúna las premisas del proyecto: el pueblo como un lugar de posibilidades en el que pueden suceder cosas mágicas, misteriosas e inquietantes.
He regresado varias veces al que creo fue el punto exacto donde las vi, pero hoy en día ya no es posible observarlas por la zona. Dada la imposibilidad de realizar la fotografía al menos en el título doy cabida a homenajear aquel momento que compartí con mi abuelo que se convirtió en uno de esos recuerdos latentes que pasado mucho tiempo se abren paso con fuerza. Tanto que acaban formando parte de las pequeñas leyendas de nuestra existencia.
Se puede ver tu proyecto como un homenaje a una localidad, como una extrapolación del entorno universalizando el cambio y la ausencia, como un canto a lo rural o como una reminiscencia a la historia de la fotografía más cercana. ¿Cómo lo encajas? ¿Con qué parte de esta interpretación te sientes más cómodo?
He tratado de dar al pueblo un aura de universalidad. Un lugar que desprovisto de los referentes del pasado aparece representado como un pueblo de cualquier otra zona, provincia o país. La serie contiene un relato ambiguo, algo parece esta ocurriendo pero no sabemos que ha sucedido o que puede suceder. Me gustar más sugerir que contar y todo queda englobado en una clave de misterio en donde las imágenes conforman un mundo oscuro, mágico y de significados abiertos.
Cuéntanos alguna anécdota. La nocturnidad seguro que da mucho de sí y te han pasado cosas en esos parajes y entornos. ¿Cómo encuentras la propia identidad en el paisaje que fotografías? El juego entre la ausencia y la presencia es una constante, ¿cómo creas esa evocación?
Una anécdota, y no precisamente de noche pero que me ha quedado grabada, sucedió una mañana mientras recorría el pueblo. Me encontré con una mujer que al reconocerme y verme cargado con el equipo y el trípode me preguntó a donde iba. Le respondí que estaba realizando un proyecto sobre el pueblo y sin más dilación me dijo: “¡No hagas como Smith!”.
La lectura es muy clara. Han pasado setenta años de la visita de Eugene Smith a Deleitosa y todavía sigue vigente en gran parte de la población la idea de que Smith sacó lo peor del pueblo. Desde luego por mi parte, no me ha interesado ni mucho menos indagar en lo peor del pueblo ni tampoco en lo mejor. Simplemente he tratado de crear mi propia versión y eso básicamente era lo que quería conseguir.
El hecho diferencial con otras visitas puntuales de calado fotoperiodístico que se habían realizado durante las últimas décadas del siglo pasado y principios de este, es que desde pequeño he pasado allí muchas temporadas lo cual me proporciona una conexión muy íntima con el pueblo. Esto supone que mi mirada, alejada a su vez del documento social, posea algunos matices subjetivos que están ligados a una serie de experiencias, lugares y recuerdos que son los que nutren mi imaginario.
Este es uno de los puntos de partida. Conectarme de alguna manera con aquellas imágenes mentales que representan aquellos episodios vividos en el pueblo. Los que han permanecido latentes en mayor o menor grado en mi memoria y que acuden a mi de manera recurrente. Junto a ello, también se manifiesta la necesidad de explorar nuestra identidad en el eco de los lugares que aún nos hablan o en la ausencia presencia de personas y seres que los habitan.
Una de las principales premisas en mi trabajo es escenificar la extrañeza. Situaciones fuera de contexto, que sugieren más que cuentan y que se plantean como obras abiertas dispuestas a la lectura e interpretación del espectador. Mi intención recae en evocar el misterio. El misterio que se oculta en los ritmos cotidianos, en la condición poética que subyace en lo extraño. En definitiva mi intención es otorgar a un lugar aparentemente anodino como es mi pueblo esa magia que todo lugar posee y que puede aflorar a través de una búsqueda conectada con uno mismo.
¿El tuyo es un proyecto cerrado o te encuentras en proceso de cambios? ¿Persigues alguna imagen que se haya quedado en el tintero? ¿Cómo lo ves materializado?
Durante el desarrollo de la serie fui unas navidades al pueblo para captar el ambiente más invernal con la intención de que la niebla pudiera emerger como protagonista invitada de lujo. Me fascina la niebla. Me permite sentir que estoy dentro de algún tipo de ensoñación y sumergirme en ella me extrapola a una especie de liviana gravedad.
Pero me fue esquiva y tan sólo apareció fugazmente una mañana. Por suerte las dos semanas que permanecí allí no fueron en vano porque pude generar algunas imágenes interesantes durante la estancia. Fotografías que sólo pude haber conseguido durante esas fechas.
El formato final lo planteo a modo de exposición. Tras varios años de dedicación ya tengo aproximadamente unas cincuenta y cuatro fotografías que era el reto que me propuse desde el principio de cara a formalizar un cuerpo expositivo de cierta envergadura. Y por otro lado la posibilidad, algo menos desarrollada, de realizar un fotolibro.
La serie no está cerrada. De hecho ya sin presión, me motiva la idea de crear algunas imágenes nuevas. Tras un tiempo de haber permitido macerar el proyecto, me gustaría hacer un nuevo barrido al asunto. Quiero comprobar si durante este periodo ausente, mi lógica evolución personal ha cambiado también mi forma de mirar. Y cómo esta nueva mirada se conecta con otros posibles escenarios visuales y mentales.
Volver a transitar los espacios, a proyectarme en ellos y tratar de percibir los discretos cambios que en el pueblo se puedan haber producido. O simplemente dejarme sorprender por aquello que a mi paso emite señales sutiles que puedan activar mi capacidad de abstracción evocadora.
Para acabar la entrevista nos falta una pregunta que hacemos a todos los entrevistados… que tiene que tener una imagen para emocionarte?
La mayor emoción surge cuando me reconozco en la imagen y me interpela a profundizar en mi existencia. Cuando el autor al hablar de si mismo nos conecta con nuestro propio yo. Fotografías que nos remiten a los fragmentos sensibles de nuestra esencia como personas. En donde las imágenes parecen señalarnos en silencio, nos susurran y nos atrapan.