Gustavo Alemán es fotógrafo, editor, profesor y activador del mundo de la fotografía desde perspectivas tan variadas como conectadas entre sí. Como autor publica su primer libro autoeditado “(No) soy de aquí” en 2013 como Cuaderno de la Kursala. Entre sus múltiples acciones ha fundado el Photobook Club Murcia y es miembro del colectivo Underphoto, con el que desarrolla proyectos de difusión de la fotografía contemporánea como Full Frame (charlas con fotógrafos nacionales en el CENDEAC de Murcia) o Panorama (una convocatoria abierta para poner en valor el trabajo de fotógrafos vinculados a la Región de Murcia). Ha colaborado como profesor de fotografía con escuelas de Madrid, Barcelona y Alicante, así como con el Título de Experto en Fotografía Contemporánea de la Universidad de Alicante. Creó y dirigió en Murcia la galería de arte especializada en fotografía Gatos de Marte entre los años 2009 y 2012. Fundó en 2014 la editorial Fuego Books junto con su hermana Ángela. Fuego Books publica fotolibros de autores nacionales y extranjeros y su énfasis es la difusión de proyectos que parten de la experiencia personal pero sirven a su vez de reflexión, opinión y crítica sobre la realidad contemporánea.
Esta poliédrica persona del mundo de la imagen ha colaborado en ediciones anteriores de Art Photo Bcn así como de otros muchos festivales y retoma su presencia en Barcelona como visionador y con un premio concreto ligado a su última iniciativa, la beca FUEGO. Comentamos con Gustavo las bondades del circuito del que participa y como seguimos conectados gracias a ello.
Dentro del circuito de la imagen has estado en casi todas las posiciones posibles. ¿Con cuál de tus iniciativas te sientes más cómodo? ¿Cuál de estas caretas identifica más a Gustavo Alemán y se siente más capaz de aportar?
Esto de haber portado diferentes caretas tiene varias causas. La fascinación por la foto está en la base de todo ello, por supuesto. Pero tampoco hay que dejar de lado el hecho de que, en un sector tan precario, también se convierte en una necesidad el probar diferentes actividades a la búsqueda de una que nos funcione. El otro camino posible es el de hiper especializarse en algo, pero creo que mi temperamento un tanto impaciente me ha impedido estar tan concentrado en una sola faceta el tiempo necesario. El síndrome del impostor es algo que caracteriza a muchas de las personas que nos acercamos a estas actividades culturales, pero yo verdaderamente creo que he sacado partido de mi privilegio, de mi relativo don de gentes y de la pura suerte para realizar todas las cosas que he hecho, mucho más que de unos conocimientos amplios o una visión singular. En ese sentido me siento a veces un turista en todos los terrenos que piso.
Sin ser gestor cultural ni profesor, dar charlas e impartir clase me ha hecho muy feliz y sin ser un editor de verdad, el formar parte de la historia de algunos libros que amo también es una gran satisfacción. Casi todas estas alegrías han sido además trabajando con otras personas, lo cual es siempre un desafío y una negociación, pero que cuando sale bien te permite llegar más lejos de lo que llegarías en solitario. De las incontables veces que me he equivocado prefiero no acordarme demasiado.
Has tenido una galería especializada en fotografía cuatro años, desde la periferia. Todo un reto que seguro te ha dado un background muy interesante. ¿Cuál era el enfoque de la línea de trabajo de la galería? ¿Cómo fue la acogida en Murcia de una iniciativa de estas especificidades?
No hay que incidir demasiado en quitarse méritos y minimizar lo que uno ha hecho, pero aún con eso, llamarlo galería igual nos hace imaginarnos una realidad que no era exactamente así. Fue un proyecto más propulsado por la ilusión y la inconsciencia (además de por la posibilidad puntual de poder afrontarlo materialmente) que por establecer una estrategia o tener un deseo de ocupar un lugar concreto en un sistema que, desde luego, no conocíamos en absoluto por esas fechas. La acogida fue buena, pero podríamos haber explicado mucho más lo que estábamos intentando hacer y haber generado una pequeña programación cultural en torno a nuestro espacio que crease público y nos acercara a los creadores de nuestro entorno. Ese desconocimiento del contexto local y general, y el intentar hacer la guerra por tu cuenta, no son caminos para ninguna iniciativa duradera. Nos fiamos de nuestros gustos, que son muy importantes siempre porque dicen mucho de cada persona, y nos movía el deseo impreciso de acercar la fotografía a la gente. Pero la manera, ingenua probablemente, era hacerlo ofreciendo copias a un precio asequible. Eso está bien, pero ahora pienso que debería haber estado acompañado de muchas otras acciones. A veces la ilusión y la energía no coinciden en el tiempo con el conocimiento del entorno en el que te mueves y una actitud más reflexiva. Pero igualmente fue un enorme aprendizaje y una manera de profundizar en esta historia de amor con la fotografía.
El formato libro te atrae desde tus inicios fotográficos tanto por tu proyecto de 2013 como al formar parte de iniciativas y clubs de lectura. ¿Como se te ocurre desarrollar tu propio sello editorial? ¿Qué hueco del mercado quieres llenar? ¿De los títulos que has publicado, con cual te sientes más acertado?
A veces tienes fogonazos e ideas que pones en marcha sin tener muy clara la hoja de ruta. Pienso que así ha sido con casi todas las cosas que he hecho, aunque en mi fuero interno me imagine como una persona racional y moderadamente reflexiva. La idea de Fuego Books me viene del proceso de autopublicar, con la ayuda de la Kursala, mi libro de fotografía. Fue un curso acelerado de cosas de las que sabía muy poco, con unos plazos muy ajustados y un resultado que, por el buen hacer de los profesionales involucrados y el momento en que salió, funcionó mejor de lo que yo esperaba. El virus de los libros, que había tenido dentro toda la vida, se reactivó en ese proceso y, como siempre digo, si bien no estaba seguro de tener muchos libros de mi autoría dentro, sí que pensaba que había otros libros que merecería la pena ayudar a que existieran.
El resultado de todo eso ha sido una editorial guadianesca, que alterna periodos de mucha actividad con otros instantes de animación suspendida, que ha publicado unos pocos libros en sus 10 años de vida. Libros que tienen en común principalmente que son los libros de debut de sus autores en la mayoría de los casos, que no comparten un mismo formato material y que generalmente lidian con historias personales expresadas de una manera diferente a la habitual. Para bien o para mal, es un proyecto editorial que se parece a su principal responsable. Es muy difícil activar una editorial desde la periferia, especialmente si no es tu actividad principal. El ritmo de publicación de libros ha crecido más que el público que los lee, y creo que ese es el auténtico reto al que deberíamos atender de algún modo.
Respecto al libro del que más orgulloso me siento, pues sin desmerecer al resto (los quiero a todos) nuestra antología basada en Twin Peaks (A Place Both Wonderful and Strange) es un libro que, con todos sus errores, ocupa un lugar muy especial en mi corazón.
Fuiste alumno de EFTI y pasaste a ser profesor de la misma escuela. ¿Cómo fue ese tránsito? ¿Qué le diría el Gustavo profesor actual al Gustavo alumno en sus inicios? Desarrollas tu trabajo docente en diversas escuelas e instituciones que te aportan una visión amplia del tema, ¿que nos falta en el aspecto pedagógico para que se valore más la imagen y sus implicaciones? Háblanos un poco de la beca FUEGO, como surge la idea, hacia donde va orientada, que necesidades ocupa en la vida de los autores, como formaste ese elenco tan variado de activadores?
En realidad, tardé muchos años en llegar a EFTI, pero es increíblemente especial para mi tener la oportunidad de dar clase donde estudié, aunque fui un alumno poco memorable. El Gustavo profesor le diría al Gustavo alumno al menos dos cosas: que creyera un poco más en sí mismo y que la nebulosa intuición de que la fotografía iba a formar parte de su vida era absolutamente cierta.
No se si tenemos carencias pedagógicas graves, aunque sí pienso que hay algunos profesores aún muy alejados de la práctica contemporánea que siguen enseñando fotografía como ellos la estudiaron. Creo que es muy importante conocer el pasado, con una constante revisión crítica de cómo se aborda, pero también es necesario reflexionar sobre el mundo de hoy y su importantísima relación con la imagen. Nuestras principales carencias creo que tienen que ver con la falta de un tejido profesional que permita que la gente desarrolle sus actividades en unas condiciones materiales dignas. Estamos en un sistema que continuamente expulsa a gente con ideas y maneras de ver el mundo valiosas que, tras desvanecerse el entusiasmo de los comienzos, no ve manera de hacer de esto su sustento y lo abandona completamente. No nos podemos permitir esa sangría de talento.
La Beca Fuego nace de una necesidad de usar el privilegio propio de maneras más útiles y que afecten a más gente. Si, en mi situación actual, puedo crear pequeñas actividades con un impacto positivo y que acerquen a más personas al mundo de la foto, estoy encantado de hacerlo. La primera de ellas ha sido un curso de seguimiento de proyectos fotográficos, algo que personalmente me interesa mucho. Y como además creo que yo no tengo todas las respuestas, mejor para ello rodearse de gente interesante y con ideas diferentes, personas con las que tenga afinidad personal y que vayan a hacer más rico y diverso cualquier proyecto en el que se involucren. Mis recursos y conocimientos son limitados, pero me gustaría que la Beca Fuego tomará varias formas distintas. De ahí el premio que daremos en Art Photo Bcn, donde siempre es un gusto volver.
En Art Photo Bcn vienes como visionador. ¿Qué piensas del circuito de portfolio review, sigue siendo necesario el sistema de festivales y visionados para los autores actuales hiperconectados? ¿Que buscas en los visionados de Art Photo Bcn? ¿En qué consiste el premio que aportas? ¿Qué consejos darías a quien inicia sus pasos en el circuito fotográfico nacional?
He manifestado en varias ocasiones mi compleja relación con el mundo de los visionados. Por una parte, creo que estos encuentros profesionales entre creadores son muy valiosos y pueden sacarse conclusiones útiles. A ellos puede acudir una persona con un trabajo en curso, en busca de un feedback temprano (que hay que saber gestionar) o alguien con el trabajo ya acabado, en busca de oportunidades de darle visibilidad o producirlo. El problema surge cuando el feedback es de baja calidad. Los visionadores tenemos una parcelita de poder sobre la vida de alguien, siquiera momentáneamente, que debemos saber gestionar bien. Comentarios que para nosotros son un chascarrillo más pueden tirar por tierra el trabajo de gente en cosas que les importan mucho y a las que se sienten muy cercanos. El respeto al trabajo ajeno y expresar nuestra opinión, pero de una manera que sirva a nuestro interlocutor deberían ser los pilares en estas actividades. Por otro lado, también me frustra un poco que a veces del lado de los profesionales no estamos en posición de ofrecer nada tangible y podemos acabar ofreciendo feedback a proyectos ya concluidos que lo que necesitan es vías de visibilización. Todo esto fruto de la precaria situación a la que aludía en respuestas anteriores. De nuevo, yo no estoy aquí para cambiar las cosas porque no está a mi alcance, pero cosas como este premio pienso que pueden ser de ayuda.
Este premio es una pequeña ayuda económica para el proyecto que haya considerado más prometedor en el transcurso de los visionados. No lleva aparejado ningún compromiso editorial ni de ningún tipo ni requiere de una justificación posterior de en qué se ha empleado el importe del premio. No busco nada en concreto en los visionados, pero puestos a desear, me encantaría ver proyectos que tengan una dimensión estética novedosa que deje vislumbrar ideas igualmente nuevas.
Los consejos que daría a alguien que empieza es que, aunque su trabajo fuera individual, creara redes y se juntase con personas con sus mismas inquietudes. Ya fuera en persona u online, compartir la carga lo hace todo más sencillo. Y sobre todo que llame a muchas puertas, que no se desanime y que no se olvide de disfrutar de todo lo que está haciendo.
Para acabar, la pregunta de rigor que hacemos a nuestros entrevistados. ¿Que debe tener una imagen para que te emocione?
Es difícil de poner esto en palabras, pero, como dijo un juez de los Estados Unidos cuando le pidieron definir de manera precisa que era o que no era material de índole obscena dijo “lo sé cuándo lo veo”. Es tremendamente subjetivo y cambiante. Ojalá pueda encontrarlo en el festival.