20 abril, 2018

Gabriela Cendoya: «Los motivos de compra han sido siempre el deseo y la curiosidad»

Un coleccionista es más que un comprador o acumulador de objetos artísticos. Más allá de la idea de comprar un objeto concreto, un concepto va adquiriendo forma detrás de una colección y más si se va perfilando hacia el mundo de la fotografía en cualquiera de sus soportes. Con Gabriela Cendoya queremos hablar concretamente del mundo del fotolibro, teniendo en cuenta que la suya es una de las colecciones más reconocidas y que ha salido de la esfera privada de quien compra al poner sus fondos en el Museo San Telmo a disposición del público de forma altruista y acompañada por un programa de actividades. Desde 2015 acerca el mundo del fotolibro a través de su blog Fotolibros y algo más.

Con su mirada queremos conocer cómo se empieza y se transforma una colección y cómo se adapta a los tiempos que corren, a la gran inundación de imágenes y producción, ya que formará parte de la mesa redonda “COLECCIONAR FOTOGRAFÍAS: NUEVAS REALIDADES Y RETOS“ que tendrá lugar el sábado 5 de mayo en La Virreina Centre de la Imatge, moderada por Natasha Christia y con la participación de Paul Alexandre, Vicenç Boned y Pepe Font de Mora.

Cada colección es un mundo y queremos asomarnos al de Gabriela Cendoya con algunas preguntas. *Fotografía portada: Lu Lantana. 

Hemos leído que tu colección de fotolibros viene del mundo de las revistas, de la música y de libros de otras materias artísticas. ¿Cuál fue el primer fotolibro que adquiriste consciente de que estabas creando una colección de esta materia? ¿Qué hormigueo especial te pasó por las manos? ¿Con qué motivo empezaste a perfilarla como entidad con sentido por sí misma? ¿Te autoimpones unos límites o te mueves por corazonadas?

Empecé a comprar obras de arte a final de los años 80, pintura, grabados, collages, alguna escultura. Principalmente artistas franceses en la galería Le Troisième Œil de Burdeos donde vivía, y Galería 16, en San Sebastián, centrada en artistas vascos y navarros, Andrés Nagel, Juan José Aquerreta, o Marta Cardenas. Y bastantes libros de arte y comics. Mi hermano tenía una librería en Burdeos y yo naturalmente iba mucho por allí.

Antes de ser consciente de comprar fotolibros ya había comprado fotografías de Eric Poitevin o Begoña Zubero hacia el año 2000…

La conciencia de hacer una colección de fotolibros llegó mucho más tarde. Vas comprando libros y de repente ves que ya solo son de fotografía, y que no compras nada más. No hubo una decisión consciente de empezar una colección. Cada vez descubría más libros y me enamoré, tanto de los objetos-libro como de la fotografía. Uno de los primeros que además compré on line, fue Theaters de Fujimoto, con un fotograbado. Ahí estaba plasmado en una imagen silenciosa, muda, el tiempo, la historia, la memoria, la luz, con una delicadeza y exquisitez japonesa.

El hormigueo no se puede explicar. Es una emoción, algo que te hace sentir en completa armonía con lo que estás viendo y tocando, una conexión física más que intelectual en mi caso, aunque esa también ha ido creciendo con el tiempo.

Los motivos de compra han sido siempre el deseo y la curiosidad. La cantidad de libros se ha impuesto ella sola. Los limites son desgraciadamente como casi siempre económicos, y me los salto demasiadas veces. Hay tantos libros que quisiera tener!!! Me “autoimpuse” no mirar hacia atrás y seguir las publicaciones que iban saliendo, por eso la colección es tan contemporánea. No lo lamento, no se puede tener todo.

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Foto por Reimi Gómez

Para todo coleccionista es importante la relación con el autor. ¿Qué es primero, la relación con el autor o la adquisición del libro? ¿Cómo gestionas las compras en el inmenso mundo actual? Oler un libro es una de las primeras reacciones que tenemos al cogerlo. ¿Es algo contradictorio comprar online un objeto artístico como es un fotolibro? ¿Te dejas aconsejar por intermediarios o te mueves por ti misma? ¿Qué buscas en un autor o fotolibro?

En el primer momento llega el libro, que me conecta con el autor al que no conozco. De esa manera he llegado a hacer muchos amigos entre los autores, virtuales pero también reales, y ha sido muy importante esa relación en el desarrollo de mi colección. A partir de ahí, está claro que sigues todo lo que se publica de un autor que te gusta, y tiendes a querer comprar todos sus libros. Daisuke Yokota es un buen ejemplo de ello…

Viviendo ahora en un sitio relativamente alejado de los grandes centros, compro mucho on line. Comprendo que no es lo más idóneo, ya que la parte táctil del objeto es tan importante, pero no me queda más remedio. Eso significa pasar muchas horas en las redes sociales y en internet en general. Recibir newsletters de autores, editoriales o librerías o leer blogs sobre publicaciones es una gran parte del “trabajo”. Cada vez es mayor el abanico y cuesta más estar al día de todo. No busco intermediarios, pero sí me aconsejan amigos libreros o coleccionistas. Es un mundo relativamente pequeño y aunque algunos conservan cierto secretismo también compartimos mucho. Me provoca mucha ansiedad perderme algo importante, aunque es inevitable!

Poder acudir a ferias como Les Rencontres de Arles, o Paris Photo, Fiebre o ArtPhoto Barcelona es imprescindible para ver lo más posible de las publicaciones a nivel internacional, además del placer de encontrarse con autores amigos, editores y coleccionistas. Me gustaría desplazarme más, pero no resulta siempre fácil.

¿Qué busco en un autor o un fotolibro? Una emoción, siempre. Descubrir o sentir una experiencia nueva. Con algunos autores, es reencontrarse con un amigo.

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Editores, galeristas, libreros… ¿crees que la venta online acabará con el intermediario? ¿Se han empoderado los autores hacia la subversión del circuito? Háblanos un poco justamente del circuito internacional. ¿Lleva el coleccionismo de fotografía un retraso considerable dentro de nuestras fronteras? ¿Crees que el boom en la producción puede ayudarnos a dar un empujón a quien se empiece a interesar por la fotografía?

Cierta venta on line, pienso en Amazon, puede acabar con los libreros, que lo tienen muy difícil. Surgen debates sobre esto todos los días en las redes sociales entre editores independientes y distribuidores y libreros. El “mercado”, esa horrible palabra, es reducido, no solo a nivel nacional. En España creo que empezamos con algo de retraso, salvo en algunas excepciones, pero las cosas han cambiado mucho con el llamado boom y el reconocimiento internacional de tantos autores y del “savoir faire” español, tanto en el contenido como en la forma y el diseño de las publicaciones. Pero el coleccionismo probablemente no haya seguido el mismo camino. La crisis económica tendrá algo que ver con eso, con el añadido de las pocas ayudas institucionales pienso. Una exposición como Fenómeno Fotolibro puede ayudar mucho en este sentido.

Centrándonos en el fotolibro, ¿cómo valoras la edad de oro del fotolibro en España? ¿Cuál crees que ha sido el detonante? ¿Hay realmente demanda para tanta producción? ¿Hemos dado un salto cualitativo en la producción? ¿Cómo podemos incentivar que se creen nuevos públicos para que sea sostenible este boom de producción que estamos viviendo?

La “edad de oro” ha sido el salto y reconocimiento internacional de toda una generación que ha tenido que luchar sola enfrentándose a la crisis, buscando un nuevo camino con sus propios medios, tanto económicos como en el plano de la enseñanza (Blank Paper Escuela), o de las posibilidades de tener visibilidad en exposiciones (La Kursala de Cádiz). Individualidades fuertes que han arrastrado a una multitud de fotógrafos, editores independientes, etc… En 8 o 10 años ha habido realmente un gran salto cualitativo, no solo en la cantidad de publicaciones. Eso se ha notado mucho en la visión internacional, en los importantes premios recibidos, en que muchos autores españoles son editados por extranjeros. Pero como todo “boom”, tiene también otras repercusiones más negativas. El publico ha aumentado pero no tanto como la producción, o por lo menos no tiene tanto poder adquisitivo como para poder abarcar todo.

El “mercado” del arte tiene sus reglas, y aunque el fotolibro se ha democratizado, sigue siendo caro y con tiradas a menudo muy cortas. Luchar contra la especulación y facilitar el acceso a través de grandes reediciones me parece un buen camino para atraer un nuevo publico.

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Tu colección ha viajado a exposiciones y se ha compartido de forma parcial en muestras. ¿Cómo has vivido la cesión de tu colección al Museo de San Telmo? ¿Te sientes expuesta en esta cesión? ¿Cuál es tu objetivo principal con este cambio? ¿Sigues adquiriendo y ampliando ese fondo aunque lo hayas cedido con la misma tenacidad?

Dar visibilidad a un mundo un poco cerrado ha sido mi voluntad desde hace varios años. Es lo que quise hacer al escribir el blog, o al recibir en casa a alumnos de escuelas de fotografía. Es, de la misma manera, lo que me ha empujado a dejar en depósito la colección en el Museo San Telmo. Me siento un poco “outsider” pero cómoda en este papel. La colección ha cobrado sentido a través de la mirada de los demás, y compartirla me ha parecido lo más natural. Vivo este momento con entusiasmo. El objetivo es que sea lo más visible y accesible para el público en general, y que sirva como herramienta de estudio para el mayor conocimiento del fotolibro, su diversidad y su riqueza. Sigo adquiriendo y ampliando el fondo, la colección seguirá creciendo en San Telmo. El acuerdo prevé también un programa de actividades para dinamizarla y crear sinergias en torno a la fotografía y las publicaciones en todas sus modalidades.