En su discurso se intercalan iconos teóricos como Roland Barthes, Walter Benjamin, Lászlo Moholy-Nagy o Mies van der Rohe con términos que miran hacia adelante, como ‘arte emergente’ o ‘nuevas tendencias’. Carmen Dalmau, profesora de la Escuela EFTI y responsable de la Galería Cero, entiende así la fotografía: una convivencia armónica entre pasado, presente y futuro, algo que lleva además a la práctica en los visionados de Art Photo Barcelona, donde es miembro del jurado y su escuela entrega uno de los premios. Hablamos con ella sobre su universo fotográfico y las ventajas de participar en nuestra feria para galerías y creadores.
¿Cómo surgió la colaboración entre EFTI y APB?
Se planteó en la pasada edición dentro de nuestra vocación por crear sinergias fuera de Madrid y redes dentro del mundo de la fotografía. Nuestra Galería CERO, que depende de la escuela, es además un espacio idóneo para potenciar las interacciones con APB, ya que los dos apuestan por la fotografía actual.
Inauguración en la Galería Cero de la exposición OTRAS. Foto de Aitor Erraquin.
¿En qué consiste el premio que EFTI entrega en los visionados?
Patrocinamos uno de los premios de este año, una beca de estudios valorada en 1.500 euros. Es para cualquier curso o máster de la escuela, el ganador decide. En cualquier caso, tanto el nivel como la variedad de la oferta formativa es muy alto, así que lo que vaya a aprender dependerá mucho de la actitud y del anhelo por aprender del alumno. http://efti.es/noticias/efti-en-art-photo-bcn-2017
¿En qué tres cosas haces hincapié a tus alumnos de EFTI?
En la necesidad de educar la mirada, estudiar las imágenes de la Historia del arte y leer a los teóricos: ese bagaje intelectual y filosófico les permitirá, a través de la reflexión y el diálogo, construir su discurso visual.
¿Qué tiene que tener en su ADN un buen fotógrafo?
Como todo buen artista, calidad en la observación, amor por la aventura y perseverancia en el trabajo. Y equilibrio entre humildad y orgullo.
Algo que te hayan enseñado tus alumnos…
La enseñanza es un aprendizaje continuo, un intercambio emocional que enriquece mucho a ambos lados. Los alumnos, siempre jóvenes, nos permiten estar continuamente alerta de las nuevas tendencias.
¿En qué tres cosas te fijas en los visionados de APB?
En la existencia o no de un discurso, en la sorpresa y la emoción que provoque y, ya después, en la edición y formalización del proyecto.
¿Qué tiene que tener una imagen para que te conmueva?
Conmover apela a las fibras más íntimas del ser. Cuando a Kahnweiler le preguntaban cómo descubre usted que le conmueve un cuadro cubista, el afirmaba que sentía que se le encogía la boca del estómago. Cuando una imagen te conmueve te provoca emociones casi físicas, puede inquietar, estremecer, turbar, hacer vibrar, entristecer, alterar. Pero siempre me he planteado ese mismo interrogante que ahora me haces, ¿Dónde reside esa capacidad? Según Barthes es el ‘punctum’, esa punzada, ese agujerito que me araña al contemplar una imagen, ese detalle que me atrae, un gesto que desvela una intención.
Dices en tu biografía: “estudié historia para comprender el mundo e historia del arte para comprender los mundos paralelos”. ¿Podrías explicarlo un poco más?
La Historia es un instrumento de análisis del mundo que nos rodea, pero solo a través del arte –y sus imágenes- se puede observar el alma de lo histórico, el clima intelectual de una época. Nuestra mirada actual está configurada por la mirada fotográfica. Es lo que más me interesa del hecho fotográfico: su capacidad para usurpar el dominio de lo visible y descubrir nuevas percepciones de la realidad.
¿Por qué crees que acabaste enseñando fotografía?
Tomando prestado el título de una novela de José Luis Sampedro, por “el río que nos lleva”. La vida es una sucesión de azares, provocados, buscados, que nos acaban conduciendo a determinadas costas en las que nos encontramos de pronto interesados, y cuando descubres algo que te apasiona, ya solo te resta seguir por ese río que te lleva.
Walter Benjamin decía que los que no supiesen interpretar una imagen serían los analfabetos del futuro. ¿Estamos ya ahí o más allá?
En el mundo actual, casi todo el conocimiento que poseemos es de índole visual y nos entra a través de pantallas (móvil, ordenador o televisión), por lo que no saber analizar y leer las imágenes, con las que apresamos el conocimiento, supone un grave peligro de pérdida de sentido crítico y de análisis de la realidad. Después de la Primera Guerra Mundial, estamos en el futuro, presentido clarividentemente por Walter Benjamin en su pequeña ‘Historia de la Fotografía’, cuando cita el famoso axioma de Lászlo Moholy-Nagy: “No el que ignore la escritura, sino el que ignore la fotografía, será el analfabeto del futuro”.
¿Cómo eliges a los artistas de la Galería Cero?
Intentamos estar alerta de las nuevas tendencias y de los jóvenes creadores. Y estamos atentos a nuestros alumnos, especialmente a los del Master Internacional de Fotografía Contemporánea, pero también hacemos visionados y encuentros. Estamos siempre abiertos a la recepción de dosieres interesantes.
¿Qué crees que aporta APB al circuito de ferias de fotografía emergente?
Miradas frescas, intuiciones y hallazgos. Se pueden descubrir ensayos interesantes, que en otros contextos son más difíciles de poder enseñar. En la fotografía emergente hay más libertad en los trabajos que se muestran.
¿Por qué crees que APB es un buen escenario para las escuelas?
Porque ha logrado crear un lugar de encuentro entre aquellos que nos ocupamos de la fotografía más actual. Salir de los propios muros y dialogar con otros centros permite un intercambio muy saludable de ideas.
¿Y para las galerías?
Es una forma de tomar el pulso al sector, difundir el trabajo de sus artistas y relacionarse con diferentes agentes culturales, como otros artistas, galeristas y públicos diversos. Para los fotógrafos también es enriquecedor: es una forma de establecer contactos y de visibilidad su trabajo. Los hilos que se cruzan en ferias cercanas de este tipo suelen ser muy fructíferos.