Cuando paseas por Salou puedes pasar de Jamaica a La Habana sólo cambiando de acera. Y sin darte cuenta cruzar de Florida, en Bello Horizonte para ir al Chamonix con sólo dos minutos. De repente te puedes encontrar entre Maracaibo y Caracas, o rodearte de Mallorca, Menorca, Ibiza, Córcega y Cerdeña, viéndolas todas a la vez. También puedes acabar llegando a lugares que creemos perdidos, como Atlántida o Dorado. Ya fuera con una voluntad de emular los lugares de veraneo deseados o de sentirse lo más cerca posible de un paraíso soñado, muchos bloques de apartamentos de Salou y otros pueblos de costa como Cambrils o Calafell se llaman como otros destinos turísticos del mundo: Cancún, California, Antibes, Bahía, Hawái… Entre una negación de la propia realidad y la construcción de un sueño, distintos paraísos terrenales se suceden en una cartografía inverosímil.

En Ciudad de Vacaciones utiliza diferentes técnicas como la fotografía, el collage, la instalación, el vídeo y el dibujo, para contraponer la realidad de unos edificios de veraneo de los años sesenta en la costa catalana y la ilusión de las vacaciones perfectas. Se confronta la cotidianidad de un pueblo con la imagen idealizada que ofrecen los nombres de exóticos destinos. Pero al mismo tiempo poner nombre se genera una hiperrealidad que nos permite reinterpretar la ciudad a través de este mundo simulado. Una mitificación de ciertos destinos turísticos creada a través de unos incipientes mass media de los años sesenta, para acabar haciendo que, como dice Baudrillard, el signo (literalmente) tome el lugar de la realidad. Aquí se suceden islas griegas, montañas de los Alpes, playas de Sudamérica, todas ellas una tras otra, anunciadas orgullosamente con un cartel que genera este simulacro.